El Lince Rojo

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viernes, 8 de junio de 2012

La Transición borbónica española y su déficit democrático


Según ha informado el director de Cáritas Madrid, cuya noticia ha aparecido en Kaos en la Red, el nivel de miseria que vive nuestro país es comparable al de la España de la posguerra.
A mí el informe no me sorprende porque existen, salvando las distancias, paralelismos entre una época y otra. En aquellos años el gobierno estaba compuesto por los padres y abuelos de los que actualmente se apoltronan en los sillones del poder ejecutivo actual. Si bien en aquellos tiempos España había salido recientemente de una cruenta Guerra Civil que acabó con la II República y trajo tras de sí una larga dictadura militar fascista, cuyo legado está aún presente en la mayoría de las instituciones de este país.
La muerte en la cama del sátrapa en el año 75 nos dejó como herencia otra Restauración borbónica de la mano de Juan Carlos I; la inmodélica Transición hacia la democracia fue un proceso emprendido de arriba a abajo, donde la ultraderecha española se instaló en las instituciones políticas, económicas y judiciales pactando desde una posición de fuerza con los partidos e instituciones democráticas entonces en la clandestinidad. Algunos partidos políticos, como el PCE, claudicaron servilmente en temas tan espinosos como la ley electoral, el modelo de Estado, la ley del silencio…se instauraba, de esta manera, un modelo político que favorecía el bipartidismo; sin duda, muy parecido al acaecido durante la Restauración borbónica de finales de 1874 donde se alternaban en el poder conservadores y liberales en un sistema pseudodemocrático caciquil donde apenas existían diferencias entre ambos partidos. Actualmente en esta II Restauración en el poder ejecutivo vemos la alternancia entre populares y socialistas cuyas diferencias programáticas, sobre todo en el ámbito económico, son nimias.
Desde las instituciones de poder se ha silenciado el breve período democrático de la II República, así como las matanzas y la represión política, económica y social que se produjo durante la Guerra Civil y la posterior tiranía dirigida por Franco; no olvidemos que el régimen franquista murió firmando sentencias de muerte. Hasta la fecha nunca se han creado mecanismos para depurar responsabilidades, honrar la memoria de los republicanos asesinados por la tiranía fascista, caminar hacia un verdadero proceso democrático… El poder de la Iglesia Católica continúa siendo incontestable, a pesar de la aconfesionalidad del Estado que la Constitución borbónica establece, sigue con un poder económico y político fruto de los “derechos de conquista”. La Corona, que nunca ha emitido ningún comunicado condenando el régimen franquista, tenemos que soportarla porque el “generalísimo” así lo dispuso siendo una institución obsoleta e inútil que escapa de todo control político, económico, mediático y social.
El mínimo Estado Social que se construyó, y que actualmente se está dilapidando a marchas forzadas, fue fruto de las grandes movilizaciones populares, obreras y estudiantiles que se produjeron en los años de la Transición, a pesar de que sindicatos como la CNT fueron fuertemente perseguidos, diezmados y dinamitados por dentro tras la infiltración de informadores y policías que temían la reorganización del sindicato libertario.
Este déficit democrático y este sometimiento económico, social y judicial de la población por una élite ultraconservadora de origen franquista y neoliberal está lastrando y amputando nuestro presente y el devenir de las generaciones futuras.

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