“El comunismo no priva al hombre de la libertad de apropiarse del fruto
de su trabajo, lo único de lo que lo priva es de la libertad de esclavizar a
otros por medio de tales apropiaciones”. Karl Marx.
Cada día mueren de hambre en el mundo 80.000 personas, o lo que es lo mismo, 29.200.000 individuos al año, es decir, 55 por minuto. La conclusión que sacamos de estos datos criminales es que el capitalismo es un sistema asesino. Estas cifras hablan por sí solas de una evidencia incontestable e incuestionable. Sin embargo esta ola de destrucción que es este sistema que se enmarca dentro de una economía criminal basada en la especulación, en la acumulación de riqueza en las manos de una minoría, en la destrucción de la naturaleza y de los seres humanos continúa funcionando y depredando el planeta con absoluta impunidad.
Cada
día miles de personas en todo el mundo son expulsadas de las garras del Dios
liberal formando un auténtico ejército de excluidos; que vagan sin rumbo fijo
porque son personas sobrantes a la espera de volver a ser explotadas o
olvidadas definitivamente dentro del paraíso terrenal. Y luego están los
explotados, los que aún pueden servir para alimentar a la Bestia, se les exprimirá
hasta la última gota de sudor para que puedan mantener a banqueros,
especuladores financieros, grandes empresarios y demás acólitos, perros y
sirvientes de este Dios Supremo.
Y
para que la maquinaria infernal siga su rumbo de forma inexpugnable teje todo
su poder ideológico, propagandístico, militar, social y económico para
someternos y dominarnos mejor; para que veamos que no hay solución, que vivimos
en el mejor de los infiernos posibles.
Y ante tanta inquinidad hay que situarse en contra de la barbarie, luchar contra esta lacra
que nos mancilla, nos roba, nos aniquila y nos destierra cuando ya nos han
exprimido totalmente.
Yo
estoy del lado de los excluidos, de los humillados, de los expoliados, de los
hambrientos, de los inmigrantes, de los explotados, de los que nada tienen
porque se lo han robado todo… porque simplemente soy uno de ellos.
Un
sistema que asesina a un niño cada siete segundos sólo merece ser derribado por
salvaje, injusto, cruel y genocida.
Dejemos
a un lado los miedos, el servilismo, la esclavitud, la ignominia y busquemos
nuestros propios espacios de resistencia para luchar por un mundo rojo, verde, violeta… por un mundo
socialmente justo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario