El Lince Rojo

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jueves, 14 de junio de 2012

La injusticia española


Quisiera escribir estas líneas para manifestar mi admiración y mi respeto ante el ejemplo y la dignidad de María Martín, una mujer de 81 años que lucha por la memoria de su madre, que fue asesinada por las hordas fascistas durante la Guerra Civil en el año 1936 en la provincia de Ávila. La injusticia española le deniega el derecho a exhumar el cadáver y que sus restos reposen junto con los de su marido, el padre de Doña María. El cúmulo de atropellos e insultos que esta mujer y otras personas que combaten por la reparación y la dignidad de las víctimas por el franquismo es una vergüenza para una sociedad que sigue encadenada al pasado genocida del tirano gallego.
El Tribunal Supremo además de violar la justicia que María Martín reclama; le deniega el importe por su traslado a Madrid, algo más de 400 euros, por ir al juzgado a declarar a favor del juez Baltasar Garzón en el juicio por la investigación del franquismo.
Fue el propio juez Garzón quien envió el importe a María, que ella denegó diciendo que es el Tribunal Supremo quien debía abonarle el dinero “Nunca recibiría dinero que no fuera del Tribunal Supremo que fue quien me llamó”.
La integridad moral, la dignidad, la honorabilidad de esta mujer me conmueven y a la vez me produce una gran desazón, tristeza, náuseas y repulsa esta España que estamos padeciendo donde la injusticia y el saqueo moral, económico y político se acrecenta día a día.
El pillaje, el gangsterismo y el robo de dinero público para las jaranas particulares del actual presidente del CGPJ, Carlos Dívar, sí que están permitidos porque en esta causa el Tribunal Supremo se alía, otra vez, junto con el delincuente.
La justicia al revés. La democracia en ausencia total. La economía en manos del crimen organizado, manejada y malversada por las clases dominantes... hasta cuándo permitiremos este latrocinio.
Mi más sincero apoyo, mi admiración mayor y mi unión absoluta a los valores, la grandeza y el orgullo de este ejemplo de mujer.

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