La
orgía capitalista que sufre este país nos está conduciendo al hundimiento
social, económico y moral que está socavando el futuro, las esperanzas y la
vida nuestra y de las generaciones venideras. Este descalabro programado por
las altas esferas tanto políticas como económicas está pauperizando a la
población y, en concreto, a las clases populares que las está llevando a una
esclavitud propia de los inicios del siglo XIX.
El
acelerón neoliberal que está imponiendo el gobierno ultraconservador del PP es
la puntilla a un estado de cosas que viene larvado desde años atrás. El
socavamiento y derrumbe final del pírrico Estado del bienestar que teníamos no
es más que una serie de circunstancias que vienen desde tiempos de los
gobiernos del PSOE con Felipe González.
Reformas
Laborales, hasta 50 contando la última, que no eran otra cosa que atentados
contra el derecho al trabajo; fomentando la precariedad hasta lo que tenemos hoy
en día que es la explotación llevada a sus máximas consecuencias: despido
libre, poder absoluto para los empresarios y precarización generalizada para
todos los trabajadores; que en la mayoría de los casos, se traduce en sueldos
de hambre, condiciones laborales infrahumanas y unas perspectivas de futuro
casi nulas, viviendo en el puro y duro presentismo.
Los
servicios públicos del Estado en proceso de o ya totalmente privatizados, mercantilizados para provecho y lucro de unos
pocos. Por no hablar de la lapidación, saqueo y vergonzante desguace de la
sanidad y la educación transformando el país en una suerte de Estado
beneficencia.
Por
no hablar de la corrupción generalizada de los tres poderes del Estado,
viviendo en una especie de caciquismo versión siglo XXI.
El
sistema capitalista neoliberal abanderado por gaviotas y rosas y liderado desde
los tiempos de la transición por antiguos franquistas que se elevaron a la
cúspide de los altos órganos económicos, políticos y judiciales abrazando
OTANES, europeizaciones y atlantismos sin el más mínimo debate, crítica o
análisis nos ha conducido hacia este ultraliberalismo aberrante; con los dos
sindicatos mayoritarios cómplices con el sistema, totalmente claudicantes.
Todos
los medios de comunicación actuando al unísono, auténticos panfletos en manos del
gran capital y de los grandes grupos financieros con el poder de manipulación
ideológica que eso conlleva. Y con la mayoría de intelectuales de los llamados
progresistas que abrazaron el sistema servilmente para ponerse al servicio del
poder y ser unos auténticos voceros de la mediocridad capitalista
posfranquista.
Y
nos encontramos en una situación de barbarie capitalista; donde se dan todos
los condicionantes para un estallido revolucionario con la particularidad que
la mayoría de la población se encuentra atomizada, asustada o abducida con lo
que todo está en una especie de calma tensa, preocupante porque mientras tanto
las servidumbres, la esclavitud y la violencia capitalista continúa sin
desenfreno.
Pero
la resignación o la pasividad ante el latrocinio dirigido por las altas esferas
de poder tan sólo nos lleva a ser cómplices del sistema además de aceptar
ignominiosamente ser esclavos a perpetuidad.
Si
no es por nosotros luchemos, como mínimo, por respeto a las generaciones venideras;
porque tenemos la obligación moral de quitarnos las cadenas, en ello nos va la
vida.
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