El Lince Rojo

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martes, 8 de enero de 2013

Cuando la muerte anda pisándonos los talones



Hace unos días dos hombres de mediana edad se prendieron fuego ante la desesperación de ver que su situación económica y social se encontraba en un jaque mate sin remedio. Sucedió en Málaga, pero podría haber sido cualquier punto de la geografía hispana. No sé cual es el límite para que tu cuerpo diga basta, para que tu resistencia se acabe, para poner punto final a tu castigada vida. El hecho de quedarte sin trabajo, a un paso de que los piratas bancarios te quiten tu techo, cuando el alimento depende de tus redes familiares o de tu búsqueda por containers de la sinrazón del mundo en que vivimos; mil razones y todas viajan a un mismo destino; un sistema voraz, hambriento y criminal con los de abajo, con los desposeídos, con los desheredados, con los explotados, con todos nosotros que somos la carne y el pescado de las clases hegemónicas que viven, se enriquecen y se engordan gracias al tuétano de nuestros huesos.
Se inmolaron y fallecieron, y sin embargo, este asesinato ha pasado casi de puntillas por los medios de intoxicación masiva de este país. Estas muertes como la de tantos otros ciudadanos que por causa de la crisis-estafa que estamos padeciendo están siendo arrojados a las alcantarillas del sistema y, que en muchas ocasiones, terminan suicidándose cuando ven que la única salida es el camino hacia el fin de la existencia misma; no es más que una derrota de todos nosotros porque a pesar de las luchas sociales por revertir la situación, por parar la barbarie a la que estamos siendo sometidos, resultan insuficientes porque no son lo suficientemente mayoritarias.
¿Por qué no hemos salido los millones y millones de personas que pauperizados todos estamos con la pistola en la sien esperando que el terror del fogonazo no nos alcance la sien?
¿Por qué seguimos en nuestras cárceles negras esperando que la ola de la muerte y la destrucción no nos quite de en medio?
¿Por qué no salimos y soltamos nuestras cadenas, nuestros miedos mentales, nuestras resignaciones mortales?
Desollados andamos siendo, como somos, el país de la UE con mayores desigualdades sociales, con mayor precariedad laboral, con un desempleo infame, atroz y con unas condiciones laborales y sociales propias del siglo XIX, camino del esclavismo posmoderno del siglo XXI.
En este país masacrado por unas instituciones políticas, económicas y judiciales corruptas, antidemocráticas, en decadencia, dependientes y en manos de las clases privilegiadas cualquier lucha, por mínima que sea, por revertir y enterrar la hegemonía capitalista neoliberal que nos condena a la humillación y al servilismo diario bienvenida sea.
Lo esencial sería ante la brutalidad a la que estamos subyugados acumular armas para combatir a los que detentan el control de la violencia, de la política, de la información, de la economía… y que nos quieren romper definitivamente el espinazo para que besemos mejor el suelo.
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