El Lince Rojo

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martes, 16 de abril de 2013

Del desahucio a la muerte. El poder que asesina



Pedro se dirigió a su casa llave en mano sabiendo que era inútil lo que estaba haciendo, era una pérdida de tiempo caminar hacia un portal donde las puertas estaban cerradas a cal y canto. Intentó acceder a su domicilio igualmente, todo era en vano, la cerradura no se lo permitía, se la habían cambiado, era un número más dentro de una estadística infernal, un desahuciado que se lo habían robado todo. La desesperación, el miedo, la rabia, el llanto que no acaba, el nudo en el estómago, el dolor de cabeza que no cesa, la soledad en un mundo dirigido por mercaderes del saqueo y la esclavitud, el espanto de verse sumergido en los horrores económicos y sociales. Nada, no tenía nada, le habían disparado directo a su ser, a sus esperanzas, a sus ilusiones, a sus fuerzas, a sus luchas. Cogió una soga y la ató a una verja de hierro, en un lugar cerca de su antiguo piso, y sin más dilación que la búsqueda del descanso final dio por concluida su vida.
No sé si fue así pero el caso es que Pedro nos ha dejado, lo han matado; se quedó sin trabajo, sin familia y sin casa; de allí lo echaron con la violencia atroz que el Estado amoral y justiciero con los pobres es capaz de acometer con la saña que le da el poder de la violencia, la gimnasia terrorista contra los desposeídos, la violación permanente del lenguaje para ver a la víctima como responsable, culpable, violento.
Y el genocida, el asesino, el corrupto, el ladrón que deja a más de 13 millones de personas en la miseria, que deja cada día un rastro de muerte de ciudadanos que como a Pedro les desuellan el corazón en la más abyecta impunidad. El aborto de Franco escupiendo bilis y criminalizando a los que luchan, a los que sobrevivimos porque ya no nos queda nada, porque nos lo han birlado todo y más. Esa lengua que en su boca no cabe, ese cerebro que maquina crímenes, ese lacayo de todo Botín que ande suelto; ese Rajoy que se esconde tras esas peinetas, esas mantillas, esas faldas made in Lacoste de esas aberraciones ultrafascistas cuyos nombres hay que acordarse; esas Cospedal, Botella, Aguirres y demás monstruos que las Españas de las JONS han malparido. Viven en sus palacios, con sus dineros en Suiza, sus desfalcos, su extorsión, su latrocinio, el saqueo que como el pan nuestro de cada día van arrancando todo los espacios y bienes públicos que nos pertenecen, violando todo derecho humano que encuentran por su camino vía decreto-ley. Estos escupitajos de la humanidad que hablan de los niños y sus almas cándidas desde la Moraleja a Pedralbes y lo mucho que sufren cuando ven concentraciones delante de sus casas de los hombres y mujeres que alzan la voz ante la injusticia repartidas por los padres de estos niños del privilegio; vuestros padres, los esbirros de la mafia. ¡Mujeres cínicas, execrables!; os vais a morir si mordéis vuestra lengua viperina, ¡que decís!, ¡de qué habláis!, cuando estáis destrozando la vida de millones de niños del pueblo, los condenáis a la pobreza, a la desigualdad, a la muerte. Vosotras no sabéis que es pasar hambre, que es que te echen de tu casa a golpes dejándote en la calle junto a tus hijos, que es levantarte cada día e ir a trabajar a un centro explotador y alienante que te consume las mejores horas de tu vida, que es no llegar a fin de mes… Vosotras y vosotros no sois más que la mano asesina, los títeres genocidas, los terroristas de estado, los ladrones que todo mafioso banquero y empresario de la CEOE necesita, auténticos mamporreros y látigos contra los trabajadores.
Descansa en paz Pedro porque estos te han matado y resiste y lucha Antonio, te echaron a patadas de tu casa, te intentaron matar y te siguen robando.
Ante el holocausto caníbal que estas hordas de la barbarie nos están imponiendo sólo nos queda levantarnos cada día resistir y luchar.
Y donde vas vómito, maldito retardado y aborto de esta España borbónica que agoniza. Con tu grotesca quijada que amenaza en quebrar tu cara en mil pedazos; qué haces tú excremento de Franco en el Vaticano, ano, ano, ano; has pedido audiencia al Papa para que te conceda las mil bendiciones y te asesore en el pasaje bíblico del “dejad que los niños se acerquen a mí…” que de eso la Santa Sede es experta. Y el genocida con sus acólitos y sus falanges se santigua para proseguir la lucha diaria por lapidarnos y que sus burlas y sus canalladas y sus risas sean santificadas en su viaje con sus secuaces que como sanguijuelas hambrientas van sacándonos la sangre con prisa y sin pausa. 
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