Me
lanzo a la calle y sin tomar yo tal decisión me veo caminando hacia atrás, que
ridiculez, que estupidez más grande, intento andar normal hacia adelante pero
mis piernas no ceden ni un milímetro caminan con el cogote. De repente sin
previo aviso y con el sudor frío de no entender lo que me ocurre me veo cayendo
en un agujero negro; me caigo, me destrozo, me desangro, me revuelvo y de
vuelta al infierno de la vida, de la calle, me admiro más viejo, más
harapiento, más mísero; me han robado años de trabajo, esfuerzo y sudor. ¡Al
ladrón! ¡Al ladrón! ¿dónde están? Todo ha sido rápido, violento, agresivo,
mortal. Me siento arrebatado, vejado por los golpes recibidos, violado por los
huesos sustraídos; pero al mismo tiempo más liviano, más rabioso, más enérgico,
más iracundo. El cielo se llena de nubarrones negros, pienso que va a llover;
pero ¡qué va!; todo es más siniestro, más lúgubre. De lo alto vuelan gaviotas,
miles de ellas, un auténtico ejército, una auténtica avalancha; ni Hitchcock en
su mayor éxtasis creadora hubiera imaginado una secuencia así para su obra “Los
pájaros”. Me refugio en un bar mientras veo apesadumbrado como estas bestias
están dispuestas para el ataque final. Las veo abalanzarse sobre los colegios,
los destrozan, el ataque a los niños, padres, docentes es atroz; de sus sangrientos
y mortales picos van arramplando con todo derecho y bien público que pase por
su vista, sin contemplaciones, con la violencia más impúdica, más repugnante;
muerte, ira, destrucción es la consigna de estos engendros en forma de ave
salidos de la vagina asesina, inquisitorial de torquemadas y francos defecados
de las profundidades de siniestras hogueras quemando herejes y de valles de los
caídos beatificados y resucitados.
Míralos
portando una cruz inmensa lista para empalarnos por el bien de la Santa Madre Iglesia Apostólica,
Romana y Genocida. ¡Qué hacen! Estos esbirros de Franco mancillando las mentes
de los niños, embruteciéndolos para convertirlos en nuevos esclavos, lapidando
la enseñanza para que de nuestros barrios no haya más salida que el yugo y la
muerte encadenada para las más pequeñas almas.
Pero
porqué ángel del infierno porqué no te llevaste a todos estos junto a Carrero
Blanco cuando protagonizó el gran salto.
El
jefe del comando, el capataz del terror, el sucesor del otro cacique zapatero a
tus zapatos, el gestor de la finca, la marioneta de Adolf Merkel, el vómito de
Botín, el hilillo de Repsol, el holograma de nulidad mental, el jardinero del
Borbón, el jefe de las gaviotas asesinas, el truhán de la mafia organizada, el
dedazo del criminal de guerra y mayor mafioso y corrupto Aznar el Emperador de
Perejil risa me da todo que el llanto ya no da para más. ¿Dónde estará
semejante retardado mental metido a genocida social y económico?.
Mientras
tanto los agredidos, los mortalmente heridos y otros ya fallecidos por estas
hordas aladas corruptas y homicidas teledirigidas por troikas, banqueros y
otros al capones terroristas; andamos por estos andurriales cada vez más sometidos,
más explotados, más esclavizados.
Me
permito un alto en el camino mientras llamo a un amigo chino, Li Yuan es su
nombre. Hago tarde, no lo sabía, ya lo sé, me estremezco, eso es lo que quieren
y nos desean. Li Yuan, publicista, eso decían de él, murió por agotamiento
laboral, por estrés, por trabajar más horas que el día tiene a cambio de nada,
de su espalda marcada a latigazos. Como él 600.000 vidas son aniquiladas en
China al año por la esclavitud laboral. ¡Compatriotas! Esto es la meta que
desean. Trabajo asalariado esclavo, mano de obra barata, mercancía humana a
precio de saldo.
Hoy
es un buen día y mañana también para armarse de valor y otras granadas más y
arremeter contra estos esputos de la humanidad en forma de gaviotas; pero
¡cuidado! Que de estas criaturas abominables y muy fascistas ellas salen hilos
interminables, los verdaderos amos que los dirigen; del asesino y del
terrorista de estado siempre están sus manos que mandan las cárceles y los
saqueos que nos dominan.
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