Desde
el mes de septiembre Australia está envuelta en llamas. Se ha
quemado tanta extensión como Portugal. Más de quinientos millones
de animales salvajes han muerto calcinados; otros tantos deambulan en
busca de un agua inexistente. Seres humanos que lo han perdido todo
y más de una veintena de personas que ya no volverán a oír el
latido de sus corazones. Un desastre ecológico; uno de tantos;
debido al cambio climático. Temperaturas extremas, fuertes sequías,
inundaciones, lluvias torrenciales es lo que nos espera, es lo que
tenemos. El sistema criminal que padecemos es el culpable de toda
esta sinrazón, de esta locura genocida. Un país como Australia que
sufre la devastación de sus bosques, un país como Australia que ha
sufrido la merma del sector público y que se ha encontrado sin los
recursos económicos y humanos suficientes para luchar contra el
fuego porque ha privatizado su paupérrimo Estado social. Se
busca el máximo beneficio económico a cambio de la mercantilización
de lo común. Del suelo que pisamos, del aire que respiramos, de la
comida que comemos. Todo está en venta y la madre Tierra la primera.
Los especuladores de nuestros corazones enjaularon los latidos y
cotizan en bolsa. Un sistema de aniquilación y al paredón vamos
como especie si no ponemos solución. Mientras tanto nos meten miedo
con nuevos virus mortales y contagiosos para controlar a la población
sumisa. En la República del Congo el sarampión ha matado a 6000
personas en un año. Pero como son pobres desgraciados no cuentan.
Una enfermedad curable que ha acabado con miles de vidas y los medios
de extorsión de masas ni palabra. La madre de todos los virus es el
capitalismo. Un sistema vírico mortal que asesina cada cinco
segundos a un niño en el mundo. Que deja cada año un reguero de
centenares de millones de muertos en todo el planeta por causas
intrínsecas al propio sistema. No hay que ser un sabio para ver
donde está la causa y el inicio de la barbarie. Ya conocemos su
nombre. Como dijo la gran Rosa Luxemburgo “socialismo o barbarie”.
Y ya sabemos de momento donde estamos instalados para nuestra
desgracia. Continúa la rapiña, la servidumbre más abyecta, el
expolio de los recursos naturales y la privatización criminal de lo
común por el bien de la productividad económica, del desarrollismo
infernal y demás milongas antivida.
La buena noticia, es que el capitalismo se acabará autodestruyendo a sí mismo, aunque destruya la vida humana, la naturaleza se regenerará.
ResponderEliminarEs la única buena noticia lo demás tiniebla
ResponderEliminarSalud!
"El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. Pero las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20 por ciento de la humanidad comete el 80 por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables."
ResponderEliminarEscribió Eduardo Galeano en 1992.
Sabias palabras de Galeano y que desgraciadamente la realidad actual les da plena vigencia a día de hoy
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