Y
se murió de hambre. Y la inanición fue tan letal que ni comiendo un pedazo de
pan la muerte se alejó ni un milímetro de su cuerpo evaporado. Se le dio de
alta de un hospital en Sevilla a un joven de 23 años pesando 30 kilos, que
horror entre los horrores que padecía esta víctima de los infiernos de Dante en
los que nos aposentamos; desde este lado de la vida desalmada el hombre tuvo
que salir de nuevo a la calle depredadora y de allí a un albergue donde murió
al día siguiente. Que mil angustias pasarían por su mente castigada, que
sinsentido de una vida esclava y lapidada donde se le denostó del hospital,
¡cuánta sinrazón! Pesaba menos que el aire en su ausencia y, aún así, de vuelta
a la jungla asfaltada. Y murió desnutrido en esta España donde ya hay
defunciones por hambre. Y la vorágine del silencio y del olvido imperante
cerrará su recuerdo, otro halo de existencia golpeado que se traga la
injusticia de este averno organizado donde el trepa lameculos del diablo todopoderoso
y látigo traidor, puñalada trapera contra los más débiles se convierte en
capataz servil de este mundo infierno.
Te
mataron de hambre a otros conciudadanos los matan las sogas, las cicutas, el disparo
en la sien tras el genocidio económico y social que no pudieron, pueden
soportar tras noches de mil insomnios y días insufribles viendo como el caminar
cada día hacia la nada se hace más insoportable, paso a la exclusión por un sistema que te roba tu agua,
tu aire, tu salud y si, por último, consiguen vencer tus fuerzas aplastarte en
la agonía de otro día sin salida; al final alcanzan el propósito, matarte; así
actúan los amantes del Dios mercado y de la patria mercantilizada y en las
Islas Caimán y en la vida del lujo desenfrenado se encuentran gracias a
nuestras angustias, a nuestros trabajos sin derechos laborales ya bombardeados,
a nuestros suicidios, a nuestros hogares robados y saqueados, a la explotación
laboral que en esclavitud se ha convertido, al latrocinio del suelo que pisamos
y del oxígeno calcinado que respiramos.
Hospitales
con habitaciones cerradas previa privatización para los negocios espurios de la
mafia institucionalizada, servicios sociales decapitados, jubilaciones hurtadas,
educación sólo para ricos y paguemos como buenos bueyes que somos una deuda
camorrista a las entidades financieras.
Y
si padeces cáncer o alguna enfermedad crónica prepárate a pagar una parte de
tus medicamentos porque todo tiene un precio; que la salud es un negocio y no
un derecho para estos abortos de Mengele y a violar los DDHH se ha
dicho y en masa además. Que cosas tiene la vida mortificada que nos desampara;
han vuelto a reconstruir la
Bastilla y el Palacio de Invierno luce que da gusto,
resplandece y todo.
Y
en esta Europa de los asesinos de guante blanco, guardias de asalto y de las
esvásticas renacidas la vergüenza se ha teñido otra vez de rojo ante la muerte en el mar de centenares de personas, con sus nombres y apellidos, sus vidas que
dejaron en algún lugar de África; la esquilmada, la violada, la vejada; han
visto la cara atroz de la muerte y con los culpables riéndose en sus tronos de
poder de esta Unión de mercaderes, filibusteros, capitalistas, gángsteres
Europea…
Y
MIENTRAS ME TOMO UN CAFÉ BIEN CARGADO vigilo tras mi ventana que una avispa asesina no se apodere de mis aposentos y me acribille la razón ya perturbada o
me hiera esperando una muerte dolorosa en busca de algún hospital que no admita
cajero automático en estos tiempos de evasiones fiscales legalizadas y
aporreamientos a la justicia ajusticiada y a nuestros huesos machacados.
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