El Lince Rojo

EL LINCE SOLITARIO RECORRE SU HÁBITAT LIBRE COMO EL VIENTO SIN OBEDIENCIAS, SERVIDUMBRES NI ADULACIONES.

viernes, 7 de junio de 2013

Mamá qué hay para comer. Hambre, hijo, hambre eso es lo que comeremos



Unas nubes negras recorren los cielos de esta España secuestrada por las jaurías asesinas de yugos, flechas, cruces y Dioses justicieros amantes de santas cruzadas y robos y ataques indiscriminados a los bolsillos, las mentes y el estómago de este pueblo ajado, mancillado, expoliado hasta el hambre. Volvemos a épocas de posguerra, a los años 50, a la edad de oro del genocidio del pequeño mongoloide exterminador, el Caudillo de la España de curas, terratenientes, militares y la alta burguesía. La desnutrición infantil ya afecta a dos de cada cinco niños españoles, a un 28% de nuestros menores. Les han vaciado los estómagos; estos parásitos se lucran, se ceban con la mala vida, la exclusión, las infancias robadas, el hambre, la desesperación, el llanto de los niños. Una vuelta a tiempos pasados; y no nos engañemos la exclusión social, el azote que sufren los más pequeños es estructural, siempre ha estado allí, latente, una orgía maquiavélica de este sistema aterrador, cruel, mortífero pero siempre escondido, no interesaba, no se hablaba, no salía en sus medios de manipulación masiva, simplemente no existía, no existe. Pero ¡zas! La estafa y la condena a la miseria, al maltrato en esta España de los Auschwitz hace que empeore la situación económica, social de millones de personas en este mercantilizado país; y con ellos los infantes condenándolos a los infiernos, privándoles del pan, de la necesidad básica de comer.
Un país de señoritos, de caciques, de banqueros, de mafiosos, de especuladores, de una minoría que extorsiona, evade, esclaviza al pueblo para seguir con esta sangría impunemente.
Tantas familias expulsadas de este edén de compra y venta de voluntades y posesiones, de este negocio de bienes públicos que es de todos; la tierra, el agua, el aire robado a mano armada.
Me han pegado un tiro. No me he dado cuenta. Me desangro, me muero. El suelo donde piso ya no es mío, no es de nadie, no es nuestro; lo es, pero nos lo han quitado; ese disparo con nocturnidad y alevosía, mientras dormía, un sueño largo y profundo producto de los narcóticos donde todo era una alucinación de mentiras mil veces repetidas; y al despertarme el tiro, sin darme cuenta, me ha dejado en estado de coma, desubicado. Alargo el brazo e intento alcanzar esa tierra para cultivar, para alimentarme. ¡Detente! Ese pedazo de cielo en el suelo aprisionado está por los señores feudales de siempre, por el látigo de la ladilla que vive de tu sangre protegido por el poder que detenta y te oprime hasta el ahogo.
Y mira, fíjate bien, no apartes la vista aunque ciego te quedes de ver tanta inmoralidad, tanta ausencia de inteligencia, tanto alarde al cinismo, a la hipocresía, a la rapiña, a esta marabunta de indecentes, de violadores de la belleza, a esta ruindad, a este canto a la deficiencia mental. Se aproximan estos rateros gobernantes, los sicarios del poder, los lameculos, fregasuelos, gargantas profundas de la Merkel y los bancos de aquí y de allá, los patriotas de millones en Suiza. Aquí está, ya no está, me lo llevo, te lo quito y tan campante.
Los defensores de los embriones, de la familia; claro está la del Opus, la megachupiguay que yate tengo, que chalé me he comprado que poseo sirvientes y todo, cena en Milán o donde se tercie esta noche y mañana también y piscina con jacuzzi incorporado. La mujer, la familia sea esta como sea, los niños se les trae al pairo; los currantes a arar las parcelas de la aristocracia y a sangrar por las esquinas cuando ya no sirvan en este mundo de odas al consumo, a la competitividad, a la injusticia social, a la propiedad privada que no es más que la legalización de un robo, a la tiranía para la mayoría y la democracia para los mercaderes, los ladrones de nuestras almas y conciencias.
Cerca de tres millones de niños sacrificados por esta casta política de bandidos, por esta Europa dominada por el IV Reich alemán, por este pago de una deuda ilegítima, criminal; por esta venta al capital parasitario, genocida con reformas laborales antiobreras que nos conducen a la miseria salarial y a la explotación que bien y que contentos están ganan la batalla y precarios todos y otros muertos por salidas taponadas, desahuciados de sus moradas, angustiados por ese salario que no llega, por esa venta de carne humana hoy me quedo afuera, soy un nómada deambulando por los infiernos que designa la Bestia, la religión impuesta, la cruzada capitalista neoliberal.
El niño que desfallece en el colegio, el pequeño que rebusca en la papelera del patio para ver si hay restos de algún pedazo de bocadillo olvidado, todo real como la vida misma; padres, madres bombardeados, masacrados por esta voracidad criminal impuesta por las mafias que detentan las batutas del poder.
La infamia recorre todos los rincones de esta España estrangulada por los esbirros de la Inquisición renacida, los saboteadores de la inteligencia, la lacra mafiosa de sobres y viajes a Disneyland con coches de lujo para sus queridos niños que el pueblo esquilmado paga.
El horror que nos sacude, que padecemos, el hambre impuesto por el pan robado, la vuelta y lo que nunca se fue, lo que se dejó atado y bien atado y agarrado está. La vagina nuclear de esta Transición de régimen bourbónico que expulsó a estos abortos amantes del expolio, siervos del especulador, hijos del que hay de lo mío y de la comisión y del sobre que en las Islas Seychelles hay un rincón de mi patria dorada.
Mamá, mamá que es lo que hay de comer hoy. Hambre hijo eso es lo que comeremos hoy como ayer…
-“En mi hambre mando yo”… le espetó un anarquista, campesino andaluz, a un señorito en los años 30 que le quería doblegar a su santa voluntad bajo amenazas y coacciones.
¡Qué horror!, cuanta estulticia envuelta en ridículas risas de paternalismos consejos de hijos de la delincuencia institucionalizada. Cuanto disparo al corazón al ver como la lenta agonía se ha convertido en ordalía de norma y ley nacional. Cuantas almas hambrientas, asesinadas en la sinrazón y la crueldad de las hordas bárbaras de hambre insaciable. Cuantas infancias robadas, vidas destruidas, espíritus apaleados. Dos de cada cinco niños maltratados en esta involución que nuestros ojos llorados malviven al verlo.

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