Ahora
que Dios ha dejado de existir en nombre de la ciencia y de la subpartícula
atómica descubierta podemos decir que Dios seguirá existiendo en nombre de
Jesús, Mahoma y el arcángel San Gabriel. Su inexistente figura y su justicia
universal seguirá impartiéndose allá donde sea necesario distribuir
bendiciones, realizar cruzadas o retomar inquisiciones nunca retiradas.
Y
si Dios se extingue por un lado se reinventa por otro, y si se necesita un
nuevo apóstol para eso está Milton Friedman, que se ha erigido en el nuevo
Jesús, muerto y resucitado, convirtiéndose en la voz y la hez del nuevo Dios
justiciero que manda plagas de hambre y muerte por el Sur, nos condena a
explotaciones, humillaciones y exclusiones por el norte. Y los nuevos obispos
cuyas sotanas andan publicitadas por el gran capital, los grandes empresarios,
los políticos profesionales, los lacayos del capitalismo; y todos a una
adormeciendo, tiranizando y esclavizando a poblaciones enteras; por su bien,
por el interés particular del Gran Dios Liberal. Y caminando por este valle de
lágrimas, atomizados con los ojos en blanco, deambulando hacia la autodestrucción
nos dirigimos hacia el día del Juicio Final. Y el Justiciero Universal o nos
condenará a los infiernos de la exclusión después de devorarnos o nos relegará
a la explotación más abyecta en el purgatorio y, ¿en los cielos? ¿qué se cuece?,
allí están todos los del coro, los de la voz del amo, los que nos saquean y
matan por nuestro bien.
Para
liberarnos conquistemos los cielos y soltemos nuestras cadenas para dejar de
alimentar al Gran Dios alienador que todo acapara y en la nada nos abandona.
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