No sé que le pasa a alguien
por la cabeza cuando se plantea ser policía y tampoco me importa. Tampoco
entiendo ese odio y ese ensañamiento y abuso de poder porra, pistola o escopeta
en mano ante colectivos o individuos que protestan, reivindican y luchan por el
destrozo de sus derechos sociales o laborales.
Estos siervos del poder que
actúan como una jauría de perros para humillar, torturar o degradar al
indignado, al que resiste o, simplemente, al que se manifiesta ante el saqueo
de su vida orquestado desde arriba.
Las palizas en comisarías,
los apaleamientos en las calles y la humillación que realizan este colectivo
armado que se nutre con los de abajo para servir a los de arriba es propio de
estados dictatoriales.
Y es esquizofrénico ver cómo
se manifiestan cuando actualmente les han quitado poder adquisitivo; para al
día siguiente, cual psicópatas vuelven a la carga contra aquellos que reivindican
o exigen el fin de las injusticias y lapidaciones que actualmente padecemos.
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