Al presidente español se le está
poniendo cada vez más el rostro de hormigón armado y su semblante
es igual al líder de los pesoes de los años 80 y 90 Felipe Gal
González. El pueblo saharaui hace tiempo que fue traicionado por los
distintos gobiernos españoles. La última puñalada trapera se la ha
dado con premeditación y alevosía el líder de ese partido-empresa
dando por hecho y reconociendo la soberanía marroquí sobre el
territorio saharaui. Pero, en fin, nada nuevo sobre el ropaje
ultraliberal en el que sobrevivimos. Antes que esto ya vino la no
derogación de la reforma laboral antiobrera. Se montó un circo para
decirnos que sí pero no y que la precariedad, el despido libre y la
flexibilidad laboral están para quedarse. Porque uno llega al
gobierno y lo primero que hace es limpiarle las botas a los poderes
financieros y ponerse al servicio de los oligarcas. En esto consiste
la cleptocracia neoliberal. Alguien sabe en qué quedó la promesa de
la supresión de la ley mordaza; en agua de borrajas. Ahí sigue. Y
el maltrato policial en las siniestras comisarías de toda España
continúa. Lo del pueblo saharaui como la entrada a la OTAN, la
reconversión industrial, la privatización de todos los bienes
públicos, la traición a las clases populares, las reformas
laborales ultraliberales y un largo etcétera en este régimen basado
en el latrocinio, el nepotismo y la corrupción generalizada es un
hecho más que ya ni sorprende.
