Un
respiro, una alegría desenfrenada, un llanto amargo, un segundo de
ternura y en ese instante muere un ser humano por hambre cuando lo
que sobra es comida o fallece por una enfermedad evitable. Un sistema
económico, político, social criminal llamado capitalismo culpable
por matar a millones de personas anualmente. Miles de millones de
seres humanos que no dan beneficios económicos y su lugar es el
paredón que el dinero, la deshumanización y el aniquilamiento moral
dicta sentencia. Riadas de hombres, mujeres y niños que huyen del
horror en Yemen, Sudán del Sur, Siria, Somalia, Irak, Afganistán y
tantos otros y otros y más rincones del mundo heridos de
muerte por el imperio, sus satélites y la tiranía del capital y su
tapadera de democracias liberales. Tanto tienes, tanto robas, tanto
matas al por mayor; pon un grado de cinismo, altas dosis de
espectáculo y de banal lenguaje y ya tenemos fabricado un presidente
de gobierno, un buen gestor de los intereses del privilegio. Una
persona muere de hambre porque le han hurtado el pan, le han
calcinado la tierra y le han puesto un código de barras en el
corazón y le han echado a los mares donde morirá en busca de un
país occidental matarife o resucitará en una tienda de campaña
para refugiados; esperando la nada que vendrá. Se manifiesta el
personal para dar cobijo a los desplazados mientras se da la espalda
al moribundo que tienen al lado. Todo muy loable, una oda al buen
rollo pero lo esencial no se toca; no se va a la raíz de la
perversión. No hay gritos en contra de tener bases genocidas de la
OTAN que provocan la muerte de todas estas personas y no existe ruido
en las calles para derribar este sistema con sus democracias
burguesas cómplices de toda esta aberración, de esta explotación
humana, de este ejército de seres desechables para la mafia mundial;
prefiero el caos a esta recreación de auschwitzs mundiales, de
personas atomizadas que inundan los enjambres urbanos, todos somos
cómplices de nuestra muerte en vida y de estas masacres que no nos
tendrían que dejar dormir.
Si
esa tierra no tuviera tantas riquezas naturales no andaría la mano
de las tinieblas creando estados infierno, matanzas sin ton ni son,
mercenarios criminales a saldo de los poderosos para masacrar vidas;
no habrían oleadas de personas desposeídas vagando al infierno. El
capitalismo mata, explota... te aniquila y los medios de
incomunicación te contarán otro cuento hasta la nausea repetida
para que de la realidad no veas más que el teatro que ellos dirigen.
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