Esto
en el país del pillaje, el robo y la extorsión a los trabajadores es normal, lo
contrario hubiera sido algo excepcional, inconcebible, raro.
Estos
personajillos que pululan por las moncloas y ministerios pues la matanza de los
toros les divierte, les hace gracia, ver como sufre el animal en una muerte
agónica y lenta hasta que al final perece en la última estocada; lo consideran
un arte y elevado a la categoría de “nacional” como debe ser.
Lo
de la muerte y la fiesta del toro es tan sólo una metáfora de lo que está
pasando por estas tierras hispanas; estos meapilas que están gobernando no
tienen ningún reparo a mirar para otro lado cuando desahucian a las familias de
sus casas, estos gestores de esta mafia criminal del mundo bancario, especulativo
y financiero que se llevan el dinero público a manos llenas son los máximos
responsables de muertes acaecidas en estas tierras por no poder pagar lo que
era suyo; sus viviendas; supongo que para los vampiros que se sientan en los
escaños y sus jefes los buitres esto forma parte también de la fiesta nacional.
Y
así pasa un día que otro llegará donde nosotros quizá amaneceremos más pobres,
viéndonos saqueados todos los días, observando como la precarización y la
explotación es la norma y la virtud en estos tiempos de caída libre y sin
paracaídas.
Estos
amantes del holocausto social y económico que se anda padeciendo por todos los
rincones del país no merecen que nos rindamos y nos den la estocada final para
enaltecer sus fiestas, jolgorios y risas sin fin. Estos gángsters no se lo
merecen. Pero de momento festejan lo de los toros y nuestras condenas, miserias
y muertes también; si no mirar cómo se ríen después de haber robado,
malversado, engañado, estafado, mirar las caras de estos seres totalmente satisfechos,
emblemas, héroes del sistema imperante, observar las caras de los máximos
responsables de las finanzas, de los bancos, de los grandes empresarios, los
grandes dirigentes capataces de los intereses de toda esta carroña.
Si
no se prende fuego a toda esta mierda no hay solución; seguiremos en el mundo
de los sometidos urbi et orbi.
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