EREs,
despidos sin ton ni son, miedo en el cuerpo, ¿seré el próximo?, sueldos
infumables, horas extraordinarias que no se pagan, horarios en el trabajo de
sol a sol, sindicatos mayoritarios amarillos apoltronados al sol del capital
que más calienta, atomización, conciliación familiar risa me da, explotación
elevada a la estratosfera… Y al final la inmundicia laboral ataca de nuevo y te
toca el gordo de la lotería y a la calle te vas gracias a décadas de reformas
laborales antiobreras, agarras la indemnización que asco da; bienvenidos al
neofeudalismo del siglo XXI. Colas en las oficinas de empleo, coges tu
prestación de desempleo y comienza la cuenta atrás.
Eres
uno más de los seis millones de parados que existen en la España de los Auschwitz;
con la pereza que da mil bostezos en la boca empieza el ímprobo trabajo de
buscar el no trabajo. Pasan las horas, los días, los meses y no hay nada con
que prostituirse decentemente; te paras, piensas en la autoexplotación, perdón
la cabeza juega a veces malas pasadas, quería decir el autoempleo; mientras vas cavilando a ver si alguna idea interesante pasa
por tu mente sigues con el empeño de seguir con tu tarea de buscar curro. Al
final tras realizar cursos para distraer tu mente, rebelarte por las calles,
mirar en el vacío de tus bolsillos, la desesperación comienza a desollar tu
alma.
El
sistema no lo has elegido pero te tiene bien atrapado con mil sogas alrededor
del cuello; lucha, lucha dice tu conciencia, organízate y que comience la
metralla a salir por tu boca y tu corazón. Más que miedo lo que sientes es
angustia, rabia, frustración, odio. Te culpabilizan de tu situación, te
degradan para que te sientas un parásito de la sociedad. Pero ¿qué es lo que
pasa allá afuera?. Los mismos que te obligan a no tener medio de subsistencia,
los mismos que te obligan a trabajar miles de horas a cambio de un sueldo de
hambre, los mismos que te han alienado para convertirte en un esclavo del
consumo, de la apariencia, del tener; son los buitres de la muerte que vacían tu mente, se alimentan de tu carne, devoran tu felicidad. La libertad se esfumó como el viento,
creías que era un sueño y resultó ser una pesadilla; no tienes elección; te han
robado y te siguen esquilmando a ti, a mí y a todos nosotros.
Y
los días pasan y las nubes ya ni se levantan. Todo gira en un continuo estado
de deslocalización, desregulación, flexibilidad; es decir, esclavitud,
precarización y paro forzoso. Vives en la exclusión esperando volver a la
explotación y la rueda sigue y sigue girando. No eres más que una pieza más de
usar y tirar dentro del engranaje económico, social y político que te tiene
maltratado día sí día también.
Y
los que manejan los entresijos del poder; los que corrompen, trocean los bienes
sociales y los venden, los que saquean, los que te explotan y se ríen de tu
puta cara; esos mismos sí, esos en los que piensas y millares más, amasando
dinero público a espuertas, enriqueciéndose gracias a tus desgracias, a tus
desahucios, a tus despidos, a tu esclavitud, a tu muerte en vida.
Ellos
quieren que bales todo el día, que te compadezcas, que te sientas culpable.
Nada de eso, no aceptes, interiorízate salvaje, no eres un esclavo, no estas
sólo en la podredumbre de este sistema de homicidas. Te quieren vender su
manera de vivir, su manera de ser, su manera de proceder, su manera de vestir.
Sabiendo que te tienen cogido por fuertes cadenas; nunca les alcanzarás, te han
individualizado, te han convertido en un muerto viviente, en una oveja más; tu
destino es vivir y estar consumido dentro de sus prisiones. Cuando ya estés
vaciado, atomizado y lapidado a vivir al limbo porque la Bestia capitalista ya no te
querrá dentro de sus fauces.
¡Culpable!
Grita el extorsionador, el político-mafioso gestor del capitalismo, el
banquero, el especulador, el gran empresario; los mismos que te roban tu
libertad, tu dinero, tu espacio, tu tiempo, tu ser.
Los
mismos que juegan y se lucran con el hambre, las enfermedades y la muerte de
millones de personas al año; los mismos que bombardean, destrozan y revientan
la tierra que un día nos vio nacer.
Por
caminos empedrados seguiremos errando pero siéntete fuerte y alimenta tu alma y
tu espíritu. ¡Instruyámonos!. Que no nos cojan ignorantes, vaciados de mente.
No camines de rodillas que se te van a ensangrentar, ni dobles tanto el
espinazo que se te va a partir. Mantente de pie, erguido, que no te vean
agachado, pusilánime, suplicante. Y lucha contra toda esta morralla asesina no
nos queda otra.
BREVE;
BREVÍSIMO DIÁLOGO IMAGINARIO: Estoy reunido mentalmente con el filósofo
anarquista francés Michel Onfray. Quisiera hacerle una pregunta antes que la
neblina de mi conciencia se lo lleve a otros menesteres.
YO:
¿Cómo describirías al hombre burgués, capitalista?
M.O.:
El capitalismo ha formulado su tipo ideal con la figura del hombre
unidimensional. Conocemos su retrato: iletrado, inculto, codicioso, limitado,
sometido a lo que manda la tribu, arrogante, seguro de sí mismo, dócil. Débil
con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los
deportes y los estadios, devoto del dinero y partidario de lo irracional,
profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, tonto, necio,
narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del
momento, amoral, sin memoria, racista, cínico, sexista, misógino, conservador,
reaccionario, oportunista y con algunos rasgos de la manera de ser que define
un fascismo ordinario. Constituye un socio ideal para cumplir su papel en el
vasto teatro del mercado nacional, y luego mundial. Este es el sujeto cuyos
méritos, valores y talento se alaban actualmente.
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